En ciertos círculos había muchas esperanzas en cuanto a la sentencia que podía dar esa gente, y es una pena por ellos. Sin embargo, desde el principio este autor tenía serias sospechas de que el resultado sería contrario a Bolivia, y ahora trataremos de argumentar el porqué. Lo primero es recordar que a pesar del pomposo nombre de "justicia", lo cierto es que ese tribunal y el resto de tribunales del mundo lo que hacen es administrar la legalidad vigente en un momento dado. Lo legal no siempre es lo justo, y supongo que a nadie hay que explicarle eso. Normalmente la legalidad la hace el congreso de cada país a su gusto y medida, y los jueces principales son nombrados por el partido político que tenga más poder en el momento de la designación; teniendo esto en cuenta, los sistemas de justicia nacionales, aunque conservadores por naturaleza, pueden tener cambios en su forma de juzgar, cambios que en el fondo reflejan situaciones e ideas políticas dominantes. La Corte Internacional de Justicia no se diferencia mucho en ese aspecto: la impusieron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial (con más peso de los europeos que de estadounidenses o rusos) para administrar la nueva legalidad diseñada, un sistema que creó a la ONU también. De esa forma, los perdedores, más allá de las atrocidades que cometieran, estaban condenados de antemano. Nunca iba a poder decir la corte que "¡oh sorpresa, los fascistas tenía razón!".
Sin embargo, tampoco deja el tribunal de razonar sus sentencias, y tienen algunos parámetros básicos. Ningún fallo puede generar problemas significativos a las potencias que sostienen el sistema. No hay sentencias de genocidio para ellos ni sus dirigentes, a pesar de lo que hicieron algunos países europeos en sus colonias o las invasiones militares (supuestamente el máximo delito, que lleva dentro de sí todos los demás crímenes) que han hecho los miembros permanentes de su consejo de seguridad; de hecho, la corte suele pedir permiso a estos antes de calificar si una cosa es un crimen de agresión o no. Tampoco dan fallos que puedan generar graves conflictos o guerras. En casos de conflictos entre países igualados o que se tengan mucha animosidad, prefieren dar sentencias de consenso, dando un poco por acá y un poco para allá. Un ejemplo de eso es la sentencia sobre las aguas territoriales entre Chile y Perú, donde decidió no seguir razones y dio un poco para uno y el resto al otro. En casos donde los países son muy distintos, puede dar la sentencia judicial más exacta, siempre y cuando no afecte demasiado a un país aliado de los que sostienen el sistema. Hay otro punto a tener en cuenta: la Corte se protege a sí misma absteniéndose a juzgar o condenar, en general, a países muy poderosos., por el hecho de que pueden ignorar las sentencias y hasta anunciar públicamente que no les harán caso alguno. Estados Unidos lo ha hecho (caso Nicaragua contra EU), y asegura que nunca entregaría a sus líderes para ser juzgados pon tribunales internacionales. Estas acciones crean precedente y quitan legitimidad a la Corte. Siempre podrá pensar un país pequeño que, ya que lo hace un grande, puede hacerlo él también. Y si se repite mucho, la Corte pierde relevancia y sentido. Ellos se protegen mucho de eso, así que no dan sentencias que no se van a cumplir. Entonces, llega el caso de Bolivia y Chile sobre negociar una salida al mar. Tomando los parámetros expuestos, la sentencia no podía ser favorable a Bolivia. La diplomacia chilena tiene más peso y experiencia en los tribunales europeos que la boliviana. Chile tiene más peso económico. Chile es un aliado firme de las potencias occidentales, sobre todo de Estados Unidos e Inglaterra, mientras que Bolivia actualmente suele antagonizarlas y señalar sus crímenes. Chile había anunciado que en caso de un fallo en su contra, no tenía la menor intención de cumplirla y nadie iba a obligarla tampoco. El sistema financiero y económico de occidente no tiene la menor intención de sancionarla en caso de incumplimiento, y las fuerzas militares chilenas son muy superiores a las bolivianas, que simplemente tendrían que esperar una vez más a que Chile le diera la gana de cumplir el fallo por su cuenta. Lo único, es que quedaría el precedente. Para la Corte Internacional de Justicia, el que un país medio como Chile incumpliera su sentencia sin que pasara nada, no era ganancia. Por otro lado, en caso de fallar contra Bolivia, la sentencia se vería cumplida incluso si Bolivia la rechazara, pues no tiene manera de forzar a Chile. No iba a crearse ningún conflicto o guerra, ni generaría críticas desde las potencias que sostienen el sistema legal vigente internacionalmente. Por otro lado, no generaría ningún costo extra a la población boliviana y en general, simplemente se mantiene el estatus quo. Al no ver ningún daño por ahí, la Corte sentenció en consecuencia.
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