Nota: En primer lugar, que la imagen pertenece al ánime "Pequeña academia de brujas" y como siempre, es solo representativa, no tiene nada que ver con esta pequeña historia.
La historia es solo una escena que juega con la idea de un mundo con magia... pero que no es magia demasiado fabulosa. Hay que buscar empleo...
Reclutando una Mahoo Shoojo
Después del gran escándalo producido cuando filtraron aquellos documentos, todo se calmó y la nueva situación fue aceptada rápidamente, demostrando una vez más que los humanos son animales de costumbres y a todo se adaptan.
Cualquiera hubiera dicho que luego de descubrirse que la magia existía, que todo había sido un complot de los gobiernos, se iban a producir cambios fundamentales en la vida diaria, transformándose en algo más fantástico que el mundo de Alicia o lo imaginado en una noche de luna llena. Nada de eso. Los gobiernos mantuvieron el control y hasta clasificaron la magia, crearon nuevos empleos que pagaban impuestos y se aumentó la democracia con un nuevo ministerio.
Claro, no es que no haya pasado nada…; siempre aparecían sus novedades hasta cuando sacaban un nuevo teléfono móvil. Y a veces resultaba muy provechoso, por ejemplo para cierta señorita que usaremos de ejemplo.
Se llama Noemiko y tiene 18 años. Luce una saludable cabellera negra, larguísima y amarrada en cola de caballo que sabía le quedaba bien. Pero terminó el colegio con malas notas. Y dos ojos azules clarísimos, grandes, le ayudaban a socializar en cualquier grupo. Pero no tenía empleo. Y era delgada, saludable, con destreza para llevar cualquier prenda del armario. Pero no tenía ningún talento especial.
En serio no lo tenía, que aunque le gustaba el voleibol y el tenis la sacaron de ambos grupos por patosa. Ni sabía tocar el piano, y una vez que entró a un curso de violín quemó dos veces el primer trimestre. Nadaba lento, no leía mucho y para colmo había tenido que poner un alto a sus pretendientes, que en su opinión no querían valorar su sabia personalidad. Porque eso sí, era muy optimista. A todos sus defectos les daba frente y seguía adelante, y podía reír cuando otra hubiera llorado y consolar a chicos y chicas por igual.
Un día, ya terminando el colegio, golpeó con su raqueta una pelota de tenis y cuando llegó al otro lado echaba chispas rosadas rojas y violetas. Todos la rodearon mientras repetía el truco una y otra vez. Pero al día siguiente ya no le importaba a nadie: querían jugar tenis, no ver lucecitas. De esta manera supo que tenía poderes mágicos.
Entonces cuando salió del colegio… y vio que nadie se entusiasmaba por recomendarle alguna profesión… además que con sus notas sabía que ninguna universidad le daría beca alguna… decidió hacer caso a los avisos que el ministerio de la magia ponía en las puertas del supermercado. Era el talento que tenía y con todo optimismo decidió que ese la sacaría bien adelante en la vida.
Y por eso estaba allí ahora, sentada frente a otra muchacha de su misma edad, una chica de oficina, de las que sacaron buenas notas antes, que tal vez estudiaba por las noches y hacía su trabajo con gran eficiencia. Pero esas cosas no molestaban a Noemiko, claro que no…
—Sus niveles mágicos son bastante buenos, según la medición que hemos hecho. ¿Quiere aplicar a un puesto ahora, o desearía esperar por una vacante para un puesto en específico?
—He venido por un trabajo.
—Tiene razón –escondió un poco la cabeza entre los hombros-. Actualmente tenemos vacantes solo para Mahoo Shoojo. Hum… no ha puesto usted nada sobre habilidades atléticas en su currículum.
—No sé lo que es una Majo Chojo –aquella muchacha empezaba a alterarle la paciencia.
—Lo siento, lo siento mucho –sus ojos negros se hundieron con pena mientras apretaba los labios-. Inmediatamente se lo explico: una Mahoo Shoojo es una chica que va por la ciudad o a donde la mandemos, ayudando a las personas en tareas simples que en otros tiempos hubiera requerido a los bomberos, la policía o defensa civil. Para eso la ciudad le permite usar cierto nivel de magia y 3 poderes mágicos que usted elegirá de un listado. Nosotros le daremos el entrenamiento necesario -le sonrió amablemente.
—¿Puede darme un ejemplo, señora?
—Rescatar un gato atrapado en un árbol; no tengo pareja aun… -clavó los ojos en el papel que tenía delante, la cabeza gacha, y su boca formó una sonrisa triste.
Era el tipo de chica que peor le caía. Una Dere Dere. Una “buena-buena”. Si al menos fuera una Tsundere, de esas que miran con arrogancia aunque en el fondo sean amables, entonces podría soportar esas muestras de ingenuidad e infantilismo porque al final aquella estallaría, gritaría, pelearía y se defendería de todo. A una Dere Dere había que soportarle su amabilidad porque era sincera y le resultaba penoso presionarla o mirarla con dureza. En su opinión, unas malditas aprovechadas.
— … no parece demasiado difícil… -dejó la frase abierta pero su entrevistadora no la recogió, continuando con su sonrisa amable y simpática-. Bien, ¿y cuanto me pagarían por salvar los gatos del vecindario?
—Ejem… el Ministerio paga un buen salario a todo nuestro personal, pero es especialmente generoso con nuestras queridas mahoo –hablaba rápido como quien recita un comercial-, además del salario base dispondrá de los beneficios intangibles que aporta el uniforme, y por supuesto los beneficios sociales de ley, seguro de salud, bono educativo, bono por desempeño…
Noemiko la atajó.
—Cuánto… en dinero contante y sonante.
Entonces aquella dijo con ternura, como una madre dando un caramelo a su hija:
—¡Cinco salarios mínimos, para empezar!
—Y… ¿cuánto ganas tú?
La muchacha se aturrulló detrás de su escritorio, hasta se le colorearon un poco las mejillas:
—Bastante menos que eso…
“Malditas Dere Dere, ¿es que no pueden ser más discretas con sus sentimientos? Todo se les lee en la cara…”
—No te preocupes, pronto te subirán el sueldo. Eres buena.
—Gracias.
—Entonces, ¿cuáles serían mis obligaciones? ¿Hay un listado?
—Las Mahoo Shoojo gozan de mucha libertad de decisión. Pero sí hay ciertas exigencias. Primero, deberá portar siempre el uniforme mientras esté en servicio.
Sacó varias imágenes de una gaveta y se las pasó todas. Las miró sin mucha intención pero pronto algo le llamó la atención, se enderezó, miró detenidamente mientras sacaba una sonrisa crispada y nerviosa.
—¿Qué es esto? –rio nerviosa-. ¿Vamos a filmar porno?
—Bueno… realmente es una falda muy corta… pero no es porno ni hentai, apenas es ecchi, ¿ves? La falda cubre lo esencial y el pecho no se muestra tampoco aunque no tenga mangas y recurra a los tiritos. Los senos están bien cubiertos.
—Joder… ¿cómo se les ocurre? ¡De ninguna manera iré así por la calle! Debe haber algo más cubierto. ¿Qué tal el uniforme de invierno?
—Buena idea. Es lo mismo pero usarás medias negras por encima de la rodilla, y guantes. Y usarás botas cortas. Estoy segura de que te aprobarán su uso, diremos que sufres de gripe…
—¿Están de joda todos ustedes?
—Ayuda mucho un bonito uniforme para servicio al cliente. Nuestras Mahoo Shoojo pueden verse envueltas con clientes muy estresados que…
—Estresados mis narices, ¡van a llamar para vernos la tanguita, so borricos!
—¡Pero no permitimos eso!, el uniforme estipula este tipo de pantaleta, ¿ves? –señalaba unos dibujos-, y siempre van con rayas horizontales del color que prefieran, con fondo blanco. Son populares las de rayas azules pero se puede elegir.
—¡Ah!, también nos dan una varita mágica –usó todo el sarcasmo que atesoraba su corazón-. ¿Tenemos algún bailecito de introducción?
—¿Un bailecito? –la miró como si hubiera hablado de repente sobre hipopótamos-. También damos una gargantilla con gema de fantasía que hace juego con la falda roja –sonrió como si quisiera contagiarla.
—En definitiva, que esto es para atender a loliconeros solitarios. Creo que es hora de irme.
—¡Claro que no! La mitad de las llamadas son de mujeres y las estadísticas muestran que las chicas adolescentes reportan más problemas que los varones.
—¡¿Me estás hablando en serio?!
—Muy en serio.
—O sea que las amantes del Yuri nos tienen por fetiches. Lesbianas estas…, ¿qué pasó con la moda fujoshi?
—Te das maña para pensar mal…
—Soy realista, dere dere –la señaló con el dedo-. Muchas gracias y hasta luego –empezó a caminar hacia la puerta.
—¡ESPERA!
Noemiko se detuvo pero no se volteó. La otra parecía meditar nerviosa, apretaba los puños y finalmente soltó vencida:
— … seis salarios mínimos…
Entonces volvió a sentarse.
—Quién lo diría, la magia nos da un buen sueldo.
—Ambiciosa. Podrás volar y disparar el “mikuru beam” pero no, dinero y dinero.
—No te quejes. Tal vez te haga mi compañera de aventuras. Las chicas mágicas siempre necesitamos una dere dere al lado…
Fin
La historia es solo una escena que juega con la idea de un mundo con magia... pero que no es magia demasiado fabulosa. Hay que buscar empleo...
Reclutando una Mahoo Shoojo
Después del gran escándalo producido cuando filtraron aquellos documentos, todo se calmó y la nueva situación fue aceptada rápidamente, demostrando una vez más que los humanos son animales de costumbres y a todo se adaptan.
Cualquiera hubiera dicho que luego de descubrirse que la magia existía, que todo había sido un complot de los gobiernos, se iban a producir cambios fundamentales en la vida diaria, transformándose en algo más fantástico que el mundo de Alicia o lo imaginado en una noche de luna llena. Nada de eso. Los gobiernos mantuvieron el control y hasta clasificaron la magia, crearon nuevos empleos que pagaban impuestos y se aumentó la democracia con un nuevo ministerio.
Claro, no es que no haya pasado nada…; siempre aparecían sus novedades hasta cuando sacaban un nuevo teléfono móvil. Y a veces resultaba muy provechoso, por ejemplo para cierta señorita que usaremos de ejemplo.
Se llama Noemiko y tiene 18 años. Luce una saludable cabellera negra, larguísima y amarrada en cola de caballo que sabía le quedaba bien. Pero terminó el colegio con malas notas. Y dos ojos azules clarísimos, grandes, le ayudaban a socializar en cualquier grupo. Pero no tenía empleo. Y era delgada, saludable, con destreza para llevar cualquier prenda del armario. Pero no tenía ningún talento especial.
En serio no lo tenía, que aunque le gustaba el voleibol y el tenis la sacaron de ambos grupos por patosa. Ni sabía tocar el piano, y una vez que entró a un curso de violín quemó dos veces el primer trimestre. Nadaba lento, no leía mucho y para colmo había tenido que poner un alto a sus pretendientes, que en su opinión no querían valorar su sabia personalidad. Porque eso sí, era muy optimista. A todos sus defectos les daba frente y seguía adelante, y podía reír cuando otra hubiera llorado y consolar a chicos y chicas por igual.
Un día, ya terminando el colegio, golpeó con su raqueta una pelota de tenis y cuando llegó al otro lado echaba chispas rosadas rojas y violetas. Todos la rodearon mientras repetía el truco una y otra vez. Pero al día siguiente ya no le importaba a nadie: querían jugar tenis, no ver lucecitas. De esta manera supo que tenía poderes mágicos.
Entonces cuando salió del colegio… y vio que nadie se entusiasmaba por recomendarle alguna profesión… además que con sus notas sabía que ninguna universidad le daría beca alguna… decidió hacer caso a los avisos que el ministerio de la magia ponía en las puertas del supermercado. Era el talento que tenía y con todo optimismo decidió que ese la sacaría bien adelante en la vida.
Y por eso estaba allí ahora, sentada frente a otra muchacha de su misma edad, una chica de oficina, de las que sacaron buenas notas antes, que tal vez estudiaba por las noches y hacía su trabajo con gran eficiencia. Pero esas cosas no molestaban a Noemiko, claro que no…
—Sus niveles mágicos son bastante buenos, según la medición que hemos hecho. ¿Quiere aplicar a un puesto ahora, o desearía esperar por una vacante para un puesto en específico?
—He venido por un trabajo.
—Tiene razón –escondió un poco la cabeza entre los hombros-. Actualmente tenemos vacantes solo para Mahoo Shoojo. Hum… no ha puesto usted nada sobre habilidades atléticas en su currículum.
—No sé lo que es una Majo Chojo –aquella muchacha empezaba a alterarle la paciencia.
—Lo siento, lo siento mucho –sus ojos negros se hundieron con pena mientras apretaba los labios-. Inmediatamente se lo explico: una Mahoo Shoojo es una chica que va por la ciudad o a donde la mandemos, ayudando a las personas en tareas simples que en otros tiempos hubiera requerido a los bomberos, la policía o defensa civil. Para eso la ciudad le permite usar cierto nivel de magia y 3 poderes mágicos que usted elegirá de un listado. Nosotros le daremos el entrenamiento necesario -le sonrió amablemente.
—¿Puede darme un ejemplo, señora?
—Rescatar un gato atrapado en un árbol; no tengo pareja aun… -clavó los ojos en el papel que tenía delante, la cabeza gacha, y su boca formó una sonrisa triste.
Era el tipo de chica que peor le caía. Una Dere Dere. Una “buena-buena”. Si al menos fuera una Tsundere, de esas que miran con arrogancia aunque en el fondo sean amables, entonces podría soportar esas muestras de ingenuidad e infantilismo porque al final aquella estallaría, gritaría, pelearía y se defendería de todo. A una Dere Dere había que soportarle su amabilidad porque era sincera y le resultaba penoso presionarla o mirarla con dureza. En su opinión, unas malditas aprovechadas.
— … no parece demasiado difícil… -dejó la frase abierta pero su entrevistadora no la recogió, continuando con su sonrisa amable y simpática-. Bien, ¿y cuanto me pagarían por salvar los gatos del vecindario?
—Ejem… el Ministerio paga un buen salario a todo nuestro personal, pero es especialmente generoso con nuestras queridas mahoo –hablaba rápido como quien recita un comercial-, además del salario base dispondrá de los beneficios intangibles que aporta el uniforme, y por supuesto los beneficios sociales de ley, seguro de salud, bono educativo, bono por desempeño…
Noemiko la atajó.
—Cuánto… en dinero contante y sonante.
Entonces aquella dijo con ternura, como una madre dando un caramelo a su hija:
—¡Cinco salarios mínimos, para empezar!
—Y… ¿cuánto ganas tú?
La muchacha se aturrulló detrás de su escritorio, hasta se le colorearon un poco las mejillas:
—Bastante menos que eso…
“Malditas Dere Dere, ¿es que no pueden ser más discretas con sus sentimientos? Todo se les lee en la cara…”
—No te preocupes, pronto te subirán el sueldo. Eres buena.
—Gracias.
—Entonces, ¿cuáles serían mis obligaciones? ¿Hay un listado?
—Las Mahoo Shoojo gozan de mucha libertad de decisión. Pero sí hay ciertas exigencias. Primero, deberá portar siempre el uniforme mientras esté en servicio.
Sacó varias imágenes de una gaveta y se las pasó todas. Las miró sin mucha intención pero pronto algo le llamó la atención, se enderezó, miró detenidamente mientras sacaba una sonrisa crispada y nerviosa.
—¿Qué es esto? –rio nerviosa-. ¿Vamos a filmar porno?
—Bueno… realmente es una falda muy corta… pero no es porno ni hentai, apenas es ecchi, ¿ves? La falda cubre lo esencial y el pecho no se muestra tampoco aunque no tenga mangas y recurra a los tiritos. Los senos están bien cubiertos.
—Joder… ¿cómo se les ocurre? ¡De ninguna manera iré así por la calle! Debe haber algo más cubierto. ¿Qué tal el uniforme de invierno?
—Buena idea. Es lo mismo pero usarás medias negras por encima de la rodilla, y guantes. Y usarás botas cortas. Estoy segura de que te aprobarán su uso, diremos que sufres de gripe…
—¿Están de joda todos ustedes?
—Ayuda mucho un bonito uniforme para servicio al cliente. Nuestras Mahoo Shoojo pueden verse envueltas con clientes muy estresados que…
—Estresados mis narices, ¡van a llamar para vernos la tanguita, so borricos!
—¡Pero no permitimos eso!, el uniforme estipula este tipo de pantaleta, ¿ves? –señalaba unos dibujos-, y siempre van con rayas horizontales del color que prefieran, con fondo blanco. Son populares las de rayas azules pero se puede elegir.
—¡Ah!, también nos dan una varita mágica –usó todo el sarcasmo que atesoraba su corazón-. ¿Tenemos algún bailecito de introducción?
—¿Un bailecito? –la miró como si hubiera hablado de repente sobre hipopótamos-. También damos una gargantilla con gema de fantasía que hace juego con la falda roja –sonrió como si quisiera contagiarla.
—En definitiva, que esto es para atender a loliconeros solitarios. Creo que es hora de irme.
—¡Claro que no! La mitad de las llamadas son de mujeres y las estadísticas muestran que las chicas adolescentes reportan más problemas que los varones.
—¡¿Me estás hablando en serio?!
—Muy en serio.
—O sea que las amantes del Yuri nos tienen por fetiches. Lesbianas estas…, ¿qué pasó con la moda fujoshi?
—Te das maña para pensar mal…
—Soy realista, dere dere –la señaló con el dedo-. Muchas gracias y hasta luego –empezó a caminar hacia la puerta.
—¡ESPERA!
Noemiko se detuvo pero no se volteó. La otra parecía meditar nerviosa, apretaba los puños y finalmente soltó vencida:
— … seis salarios mínimos…
Entonces volvió a sentarse.
—Quién lo diría, la magia nos da un buen sueldo.
—Ambiciosa. Podrás volar y disparar el “mikuru beam” pero no, dinero y dinero.
—No te quejes. Tal vez te haga mi compañera de aventuras. Las chicas mágicas siempre necesitamos una dere dere al lado…
Fin