UNASUR no caerá. Las noticias alarman, el futuro al corto plazo es tan negro como el petróleo, pero que nadie se equivoque: los grupos de poder, ni siquiera en américa del sur, afilan cuchillo para su propia garganta. Eso, por supuesto, no incluye necesariamente a los gobiernos. Entonces, ¿cómo afecta la situación de Brasil a la geopolítica de la zona? Hay quien dice que de UNASUR solo queda el nombre, y varios creadores de opinión "de los de Miami" promocionan abiertamente su desintegración a favor de una unión basada en la Alianza del Pacífico, lo que sería... un ALCA revivido. La Crisis Política Brasileña: Está muy relacionado con su pésimo desempeño económico de los últimos años, pero si nos enfocamos en los símbolos actuales, podemos hacer caso de los medios y señalar a la rampante corrupción que corroe todo el sistema; no solo es el gobierno. La oligarquía brasileña, la de Sao Paulo, en el rico sureste brasileño, ha hecho uso de la corrupción para medrar y eso desde la época colonial. ¿Dónde no ha sido así? De todos modos, en este caso tratamos la corrupción del gobierno (tanto del partido de gobierno, el Partido de los Trabajadores, como del resto), que resulta mucho más llamativa ahora debido a la implicación de Petrobras, la compañía petrolera en gran parte propiedad del estado brasileño, de las más grandes del mundo; y por la inmensa cantidad de dinero que se genero en la "década de oro" de suramérica, cuando las materias primas como el petróleo alcanzaron precios récord. Así como aumentaron las recaudaciones del estado, las inversiones y los beneficios sociales, también aumentó la corrupción. Y la corrupción debe ser combatida. Una sociedad sana debe disminuirla lo más que pueda. ¡Si fuera tan sencillo...! El gobierno de Dilma Rousseff apoyó la creación de una fiscalía especial, supustamente independiente del gobierno, que ha llevado las investigaciones de manera bastante amplia, en un proceso al que llaman "lava jato" (por un proceso similar en Italia) enfocado en Petrobras. La presidente hasta ahora ha respetado el accionar de los fiscales permitiendo la investigación y juicio de altos cargos públicos, incluyendo grandes figuras de su partido (PT), funcionarios y directivos de empresas como Petrobras. Tales cosas han contribuido al estancamiento económico de Brasil, paralizando empresas que llevaban el grueso de la inversión no solo brasileña sino regional. El BNDES, Banco Nacional de Desarrollo, soportaba el peso del financiamiento de las grandes obras de infraestructura planeadas por UNASUR. Y sin embargo, Dilma lo permitió. Hace más de un año que el expresidente de la cámara de diputados Eduardo Cunha, un férreo opositor de Dilma, empezó a ser investigado por prácticas corruptas y blanqueo de capitales, por las cuales hoy enfrenta juicio en la corte suprema. Durante el tiempo en que fue investigado promovió investigaciones contra la presidenta Dilma, intentando llevar a cabo un juicio político en su contra. Esto tenía asidero, pues los sobornos incluian donaciones a las campañas políticas tanto del PT como de la oposición, pero en el fondo era una vulgar táctica de distracción y presión, intentando negociar su juicio con el de la presidenta. Y aunque no logró detener su juicio, si consiguió involucrar a Dilma en una de las mayores tramas de corrupción de Brasil por vía indirecta, pues personal de su entorno inmediato ha caído por corrupción y se cree que ella no podía ignorar la trama. Por los mismos motivos se inició la investigación contra Ignacio Lula Da Silva, expresidente de Brasil durante la década dorada, y de la cual salió con popularidad del 87%, algo inaudito. Como la corrupción también existía durante su mandato (de hecho durante todos los mandatos), se le investiga. Los fiscales dicen tener evidencias. Lula dice que se le ataca políticamente debido a su popularidad y ha anunciado intención de ir como candidato a la presidencia. ¡El Tablero de Cronos no escurre el bulto!, ¿sabían o no, Lula y Dilma, de la corrupción rampante en su entorno? Por supuesto. Si se fuera presidente de cualquier país de latinoamérica, haremos bien en jurar que hay algún grado de corrupción en nuestro gobierno. Personalmente, supondré que entre los que elegí con fe y esperanza para ayudarme a gobernar, habrá un gran corrupto. Tal vez hasta sospeche quién es el Judas. Probablemente, sin embargo, no tenga las pruebas en la mano y tenga que esperar a que alguien lo investigue. Entonces, ¿qué hay de Dilma y Lula? ¿Tenían sospecha y no miraron, o sabían, miraron, recibieron y ordenaron? ¿Hasta dónde llega su culpabilidad? No lo sé. De principio entonces, está bien que se investigue. Lamentablemente, la labor de los fiscales ha perdido la objetividad con la que empezó. Han pasado de su encargo de "investigar" para llevar a juicio, a "perseguir" para llevar a juicio. Algunas de las últimas medidas de los fiscales parecen dar la razón a Lula sobre una persecución política. Se le mando detener y llevar para que sea interrogado, dando como razones que el expresidente era peligroso, jefe de bandas de revoltosos que podrían causar desórdenes, presionar y extorcionar al poder judicial para no tener que dar declaraciones; cosa a la que el expresidente nunca se ha negado, ni ha escapado ni se le conoce comando de revoltos alguno, ni siquiera cuando era sindicalista y estuvo preso. Luego la presidenta Dilma decidió hacerlo parte de su gabinete ministerial, tanto para intentar aprovechar su popularidad como para dejarlo libre de sistema judicial ordinario (siendo ministro, solo la Corte Suprema puede juzgarlo). La fiscalía del estado de Sao Paulo decidió entonces filtrar a los grandes medios la conversación entre la presidenta y Lula, pues habían intervenido el teléfono del último. La filtración la hace el mismo día, y no tiene reparos en perder su capacidad de escuchar a Lula (pues al pasarlo a los medios lo revela) con tal de conseguir el golpe mediático contra el expresidente más popular en la historia de Brasil. El audio no dice que sea un arma para escapar de la justicia, pero los fiscales y medios le dan esa óptica y así le llega a los brasileños. Luego dos jueces intentaron detener el nombramiento, y luego otros jueces decidieron permitirlo; después uno de la Corte Suprema volvió a detenerlo. No se sabe qué pasará mañana, pero el tiempo pasa y el gobierno sigue paralizado. Hay quien llama a esto la judicialización del gobierno, y debemos recordar que el sistema judicial no es sinónimo de justicia, sino "la administración de la legalidad vigente". Y existen muchas maneras de administrar, tanto para bien como para mal. UNASUR: Caiga o no caiga el gobierno actual de Brasil, los grupos de poder de ese país seguirá teniendo sus ambiciones geopolíticas. Sobre todo los militares, que allá todavía conservan mucho poder, seguirán teniendo deseos de liderar la región para el naciente mundo multipolar. Han probado el licor de la geopolítica mundial de la mano de los BRICS, del G-20, y no es algo que se olvide fácil. Brasil buscará fortalecer su influencia en la región, y eso pasa por debilitar y asimilar la "Alianza del Pacífico", y por concluir algunas de las obras de infraestructura regional. Pero dependiendo de la tendencia política y económica del gobierno en los años siguientes cambiarían algunas prioridades en la inversión, habría nuevos aliados favoritos tanto en la región como dentro de los BRICS, y si asumiera un gobierno de derechas se ralentizarían los trabajos sobre la integración política de américa del sur (la poca que hay al menos, esas reuniones que se han hecho para conseguir consensos y decidir conjuntamente aspectos puntuales de geopolítica); prefiriendo enfocarse en el aspecto económico. Hoy de todas maneras Brasil está estancado. O sea, casi el 50% de nuestro PIB y de la población, están enredados en problemas económicos y políticos. Salir del atolladero, ya sea con el gobierno actual u otro, no debe ser mucho peor que lo que tenemos ahora, en cuanto al funcionamiento de UNASUR. Al corto plazo el futuro es incierto. Saludable es recordar el mediano plazo.
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Octubre 2020
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