Hace unos días ocurrió el arresto de la hija del fundador de Huawei. El arresto en sí no importa gran cosa, geopolíticamente hablando, pero lo que simboliza sí, y las cosas que ya han sucedido y veremos en el futuro cercano también. Es un ejemplo muy cristalino y nuestra región debe verlo con atención. Pero antes de llegar al presente y futuro, debemos contar algo del pasado, que no es secreto y en estos días han salido artículos buenos al respecto. El Tablero de todos modos tiene la obligación de hacer el repaso, por si a alguien se le escapó el desarrollo. Si en algo coinciden los pronósticos del Banco Mundial y los medios noticiosos financieros (Bloomberg, The Economist, etc.) es que a finales de la siguiente década, antes del 2030, China superará a Estados Unidos en el PIB. Normalmente manejan la fecha del 2028. A la vez, el este de Asia superará a los países de la OTAN en ese mismo indicador. Se convertirán en el principal mercado mundial; en el principal núcleo de un nuevo mundo multipolar. Esto no ocurre por arte de magia, sino por estrategias y planes a largo plazo, principalmente de China, y al dato conocido sobre su población, que junto a la de La India suman casi 2.5 mil millones de personas. Realmente, están racionalizando la distribución de la riqueza mundial, hoy en día concentrada en los países que responden a la hegemonía imperial. Oh, no que vaya a quedar perfectamente distribuido, pero mejor que ahora sí. Entre los grandes planes chinos está el conocido de la nueva ruta de la seda, alias "de la franja y la ruta", que es un conjunto de proyectos de infraestructura por todo el mundo, sumado a conexiones de comercio estratégicas; y también un plan menos conocido, porque está dirigido hacia ellos mismos, llamado "Made in China 2025". Ese "Hecho en China" es justo lo que dice: un plan con el que se proponen que, en ciertos sectores estratégicos de la economía, sectores donde les parece que descansará la economía por las siguientes dos generaciones, sus industrias nacionales puedan complementar su producción sin recurrir a importaciones extranjeras de piezas y servicios, al menos en una tasa superior al 50%, y en algunos sectores hasta el 80%. Hoy en día, a pesar de China ser considerada la fábrica del mundo, la mayor parte de su producción son cadenas de ensamblaje, donde las piezas de más valor agregado y tecnología le llegan de fuera, como los microprocesadores de Qualcomm, motores de Rusia, químicos e industria pesada de alta tecnología de Alemania. Y sobre todo, que necesita ampliar su producción, porque para 1200 millones de personas, no dan abasto sus modernas fábricas -que las tienen- en la costa este. Antes de que sea demasiado tarde... Ya que China tiene esos planes, sin lugar a dudas hoy no producen todo el material industrial avanzado que necesitan para ser potencia hegemónica, ni cerca. Y esa es una delicada garganta que se puede cerrar cuando el Imperio quiera... y esté dispuesta a asumir el coste de su decisión. Estados Unidos tenía más de una década con un plan de contención hacia China y Rusia a partir de rodearlos militarmente, contando con obstruir sus rutas de comercio y creando caos a su alrededor; las líneas de comercio terrestre no gustan de pasar por zonas en guerra, con extremistas religiosos, y los países de la OTAN dominan las rutas y comercio marítimo... Pero China, y hasta Rusia, ha logrado circunvalar esa estrategia no cayendo en provocaciones, teniendo paciencia en oriente medio, recurriendo a su mercado interno y comprando con inversiones -a veces riesgosas y con pérdidas- la entrada a mercados de áfrica y el centro de asia. La producción industrial China sigue creciendo, la estadounidense bajando, los países de la OTAN pierden mercados... Así que la plutocracia decidió pasar a acciones más directas. Es lo que llaman "guerra comercial" contra China (curioso que llamen a eso "más directo" que a rodearlo militarmente), y ha consistido en imponer impuestos a productos chinos y torpedear el avance de sus compañías por el mundo. Si fuera solo el mercado interno de EU el que les estuviera siendo negado, China aun podría manejarlo, pero EU ha decidido presionar a sus aliados, y justo el arresto de la alta ejecutiva de Huawei, hija del fundador, es un símbolo de ello. No hay duda que es una violación a las leyes internacionales, pues nada impide a China, ni a ningún otro país, negociar con Irán, salvo la gran gana del imperio; pero la mano imperial es larga y fue a lo seguro: recurrió a un miembro de "Los cinco ojos" para que hiciera el trabajo sucio, por si la cosa sale mal y tienen luego que salvar la cara. ¿Y qué simboliza? Pues que lo que ordena EU aun se hace, que puede obligar a los demás países occidentales a obedecer, y por tanto puede, si le viene en ganas, interferir y bloquear el comercio exterior chino, del que aun depende la potencia emergente. El acceso al mercado occidental completo es algo que China no puede darse el lujo de perder, todavía. Las potencias occidentales podrían aislarlo económicamente y destruir su casi completo desarrollo. A un altísimo costo, pero lo harían. Dentro de 10 años, el costo sería prohibitivo y además, no lograrían detener la industria China, gracias justo a los planes que estos tienen en marcha. Por cierto que eso de 2025 es una declaratoria de intenciones, no necesariamente termine entonces, pero sí cerca de esa fecha. Estados Unidos no tiene ese problema, pues aun es líder de los mercados de la OTAN, que son los de mayor consumo y poder adquisitivo del mundo, y a la vez pueden imponer sus reglas a la mayor parte del resto. Porque incluso cuando China es la segunda potencia económica, la inercia social de regiones como, por ejemplo, latinoamérica, sigue con la creencia de que es más seguro aliarse con EU que con China, y no se refiere este autor solo a la oligarquía, sino a la población general. La mayoría de nuestros países recibe remesas desde EU o europa, y los lazos y contactos de nuestros comerciantes los tienen casi completamente en esos países. Incluso cuando las estadísticas muestran un gran comercio con China, esto se basa en el precio más que en un verdadero lazo entre comerciantes, y mucha de la inversión es asunto estatal. Por encima de todo eso, el sistema financiero de la región (y mundial) está controlado por la banca occidental, o sea, por los centros de poder en New York y Londres, que ejecutarán las órdenes de la plutocracia internacional -como las sanciones ilegales de EU muestran- y también, en menor medida, usan a los Fondos Buitres y similares. Los países latinoamericanos no pueden vivir sin préstamos. Venezuela hoy en día tiene bloqueado el acceso a los centros financieros mundiales, y no puede pagar sus deudas ni aun teniendo el dinero; menos pedir prestado. En cuanto a la banca asiática, también está en proceso de independizaje, con el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras, el Banco de los BRICS, un nuevo sistema para el movimiento de dinero aparte del Swift y una alternativa al uso absoluto del petro-dólar. Pero para eso, para tener una alternativa funcional al sistema occidental, falta mucho. Probablemente se enfoquen con fuerza en ello dentro de una década, si sus planes actuales tienen éxito. Y quienes más saben dónde les aprieta el zapato, son los imperiales de hoy. Por eso han decidido meter la mano profundo en la cartera con tal de descarrilar el desarrollo vertiginoso del sudeste asiático. Lo que va a suceder... El gobierno de Trump puso aranceles a China, y este puso aranceles a su vez. Ambos lados de alcance limitado, que afectan la economía sin ahogarla. Deben tener claro los lectores que cada vez que le agregan impuestos a los productos, están lastimándose ambos lados de la ecuación. Al ser más caro el producto, pues pierde ventaja competitiva y lo compran menos; pero a la vez, empuja al alza los precios al consumidor, que pierde poder de compra. En esta forma de guerra, Estados Unidos lleva la mejor parte, pues su población tiene gran poder de compra y una subida de precios limitada de productos chinos no lastima demasiado su bolsillo, sin contar de que pueden conseguir sustitutos, aunque sean un poco más caros. China en cambio no puede sustituir al consumidor estadounidense, y aunque consiga seguir vendiendo en ese mercado, no serán iguales ganancias. También atacó el gobierno estadounidense al sector telecomunicaciones chino, primero cortando de raíz los suministros de microchips y piezas a ZTE por comerciar con Irán (hasta que pagó una suma alta de multa), y luego capturando y amenazando personal de Huawei otra vez por Irán. El gobierno de Xi respondió deteniendo a un diplomático canadiense, y aprovechando una disputa entre Qualcomm y Apple para prohibir la venta de gran variedad de celulares Iphone justo durante la crítica temporada navideña, mientras Apple luchaba contra una caída grave de sus acciones. Pero en el fondo, las medidas de represalia o reciprocidad que puede ejecutar China son limitadas. Si cae en provocaciones, el imperio verá más fácil convencer a los demás para colaborar en el bloqueo contra China. Y tampoco tiene proxys para tomar represalias vía terceros. En estos momentos la cúpula del gobierno debe estar en una disyuntiva: ¿Estados Unidos ha empezado una guerra económica sin cuartel, o todavía podrían aplacar a su plutocracia con algún tipo de acuerdo? ¿Trump pretende negociar, o en realidad está de acuerdo con todos los otros grupos? Hasta el último G-20 allá Buenos Aires, China tenía esperanzas de firmar un acuerdo. Sin embargo, el golpe a Huawei se llevó a cabo justo en esas fechas. Si las autoridades chinas creen que la cosa puede contenerse solo en Huawei, entonces lo sacrificarían. No que lo abandonen, pero no harán peligrar su estrategia por una única compañía. Sería muy doloroso, pues Huawei es la compañía china que más ha avanzado en cuanto a las nuevas redes 5G, equipos para telecomunicaciones y espacio en los mercados internacionales. Es una marca reconocida en el mundo entero, que vende equipos y servicios a muchos países, abriendo un agujero a la total dependencia de occidente con la tecnología imperial. Pero si determinan que los imperiales han decidido seguir adelante todo lo que puedan, entonces China deberá responder. Y no cortando comercio hacia esos países, sino dirigiendo máximo esfuerzo y presión a los países de la periferia. Hacer incluso más inversiones de las que tienen en regiones como latinoamérica y áfrica, para que les resulte muy difícil romper relaciones o adherirse a sanciones unilaterales estadounidenses. Pero en caso de suceder, China respondería con dureza. Lo que no puede permitirse con los países ricos, sí puede en los pobres; entonces pondrán un ejemplo de lo que cuesta dañar a China y sus ciudadanos, para salvaguardar su prestigio, intereses, y la opinión pública favorable a lo interno del país. Dicen que Xi no está dispuesto a sacrificar más el control estatal sobre la economía solo para conseguir un acuerdo con Washington. Que incluso quiere seguir una ruta más socialista, y que pelea internamente con otros grupos de poder en ese sentido. Considerando sus palabras sobre Marx y algunos otros símbolos, la cosa parece cierta. Ya que Estados Unidos lo que le pide es justo lo contrario, es opinión del Tablero de Cronos que la guerra comercial seguirá por un tiempo. ¿Con qué intensidad? Quien sabe, pero será divertido de ver, pues hace décadas que no pasaba a esta escala. "Doscientos años después, el nombre de Marx es todavía respetado en todo el mundo y su teoría aún resplandece con la brillante luz de la verdad", Xi Jinping.
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